'Save the journalist' - Salve a un periodista

Vivimos en una situación extremadamente crítica. Cada día que pasa la cifra de parados aumenta, del mismo modo que las empresas que cierran. El temor se ha instalado en la sociedad y vivimos con miedo, un miedo permanente que te lleva a pensar que trabajar se ha convertido en un bien muy valorado, en una suerte el poder decir "tengo trabajo".

Todo esto que os estoy contando a modo de introducción no es nada nuevo para vosotros. Y más concretamente para ti, amigo/amiga, compañero/compañera periodista. Salir por la noche de la redacción con la incertidumbre de si al día siguiente se anunciará un ERE en la empresa o si serás un nuevo despedido es la tónica general, nuestro pan de cada día. Y eso bien lo saben algunos jefes malos, que además de mandarte a cubrir el trabajo diario, por el cual te has estado formando duramente, te obligan a hacer otro tipo de labor, como el ahora tan de moda community manager. ¡Ah!, y no te quejes si no te sube el sueldo, por la respuesta será clara: "Si no lo haces te vas a la calle, que tengo muchos currículums en la mesa de mi despacho que estarán dispuesto a hacerlo, y a un menor sueldo".


Pero todo cambia el día que los miedos se convierten en realidad. Después de muchas horas invertidas, esfuerzos, sueño perdido y estres hasta el borde del infarto no ha servido para nada porque te ha tocado, ya que te has convertido en un simple número, un gasto para la empresa. Tú estás incluido en la lista de los que se van a la calle o, mejor dicho, a la cola del Inem (ojo, si eres freelance y llevas más de dos años como autónomo te entrará un vértigo tremendo al darte cuenta que no tienes derecho a paro. Spain is different, sí señor).

Ahora empieza una nueva etapa, buscar trabajo. Currículum por aquí, currículum por allí, viajes en metro, en autobús y cursos para seguir formándote, ilusionado al pensar que así tu nuevo futuro será más alentador. Vamos, lo que viene siendo el 'renovarse o morir'.

Después de recibir varios correos electrónicos (en torno al 10% de los currículums entregados), en los cuales la respuesta es "no hay un proceso de selección abierto en estos momentos, pero tendremos en cuenta tu currículum para el futuro", un día decides inscribirte a una oferta curiosa que ha sido publicada en una web de búsqueda de empleo, pensando que será una cosa.

Artículos de 300 palabras a 3 euros. Sí, irrisorio, pero tú que eres positivo, porque eres especialista en ese tema y te imaginas que se tratará de darle forma a las notas de prensa, piensas que puede ser algo factible. Y al poco tiempo te responde que quieren una reunión contigo. Es allí -y perdón por la expresión- donde "se te caen los huevos al suelo". Exigencias: 5 artículos diarios de 300 palabras cada uno, buscar tú la información y las fotos, y, además, lo tienes que maquetar en la web. Y para colmo, lo 3 euros son brutos y te tienes que hacer autónomo para facturar a la empresa.

"¿A qué están jugando?", piensas en ese momento. Y declinas la oferta porque te ha herido el orgullo propio. Pero tranquilo compañero del metal que alguien la cogerá y cubrirá ese puesto. Nada importa la calidad periodística de la persona que ocupa el puesto, tan sólo que saque la producción adelante para mantener el reducido puesto lo más ajustado posible. Así se pasa por alto la formación que uno tiene y todo lo que puede aportar (sobre todo prestigio) a la empresa.

Es aquí cuando me doy cuenta que el periodismo está en serio peligro de extinción. Prima más el dinero que la calidad en un sector gravemente tocado de muerte por la crisis y al cual se le acaba la botella de oxígeno que lo mantiene vivo. La explotación es evidente y está minando la ilusión de aquellos que viven esta profesión y cuyo objetivo desde pequeños, cuando les preguntaban qué querían ser de mayores, era ser periodista. Por ello, el que hace unos años era el azote del resto de poderes, el justiciero de la sociedad, se está muriendo.

¿Recordáis la campaña Save the Children? Pues yo digo Save the journalist. No me atrevo a decir que apadrinéis a un periodista, pero pensad en las nuevas hornadas de periodistas que salen cada año de las facultades de comunicación que hay repartidas a lo largo de la geografía española, las cuales tienen un futuro muy complicado, a no ser que se bajen los pantalones y tengan que tragar con todo -incluso trabajar gratis- para poder hacer un currículum que en la mayoría de los casos no llegará ni a digno.

No sé cual será el futuro de los periodistas de este país, pero a modo de reflexión os dejo el siguiente vídeo:

El Periodista & El Camarero


POSIBLES SOLUCIONES
Creo que no soy el único que sigue soñando con un periodismo de calidad, que vuelve a ser el azote de todo, el gran cuarto poder, sin tener que emigrar a Berlín (tan de moda en estos momentos) u otro lugar en busca del pan que te permite comer. La solución a todo esto quizás se encuentra en un periodismo más de investigación y de proximidad, y tal como en la prensa, no estar tan obsesionado con la actualidad cuando otros medios como la radio, televisión o Internet, ya lo han publicado varias horas antes.

Anteriormente comentaba lo de 'renovarse o morir' y, sinceramente, creo que ese el camino que hay que seguir. Los medios de comunicación tienen que apostar por las nuevas tecnologías firmemente, porque Internet es clave (de hecho, sorprende ver en los cursos ofertados por los colegios de periodistas a gente con experiencia formándose y ampliando conocimientos). Además, siempre he oído que el papel morirá en un futuro no muy lejano. Puede que eso sea cierto, sobre todo cuando los "viejos" ya no estén entre nosotros y la "ciberjuventud" ocupe el grado de madurez óptimo. Por ello, ahora hay que estar en Internet 2.0 y explotar al máximo tanto la red en general como las redes sociales y, por supuesto, las nuevas tecnologías (tabletas del estilos Ipad, telefonía móvil, etc.), sin recelo. Y en este caso aportemos nuestra calidad como perfectos conocedores de la lengua. No nos tiene que dar miedo ni pereza. Y si lees esto y no has empezado todavía, tu primer pensamiento tiene que ser "estoy perdiendo el tiempo".

Es cierto que en las redacciones siguen habiendo "dinosaurios" que se niegan al cambio (muchos de ellos seguro que seguirían escribiendo con su Olivetti si se les permitiera). Pero su valor por la experiencia que atesoran es fundamental. Por eso, ésta también es una oportunidad de oro que hay que aprovechar, ya que se tiene que dar una simbiosis entre mayores y jóvenes que den un aire fresco a un espacio prácticamente sagrado y místico como es la redacción. No obstante, no seamos tan idílicos y tengamos cierta mano dura con aquellos que no aceptan los cambios ya que de este modo ven una excelente manera de pasar de todo, porque esto es un trabajo en equipo.

Y sobre las ofertas de trabajo que nos toman el pelo hay que denunciarlas. Ya está bien que se rían de nosotros y en nuestra cara, que saquemos adelante el "trabajo sucio" para que se lucren impunemente los de arriba con poco esfuerzo sin un simple reconocimiento de agradecimiento.

Quizás yo sea un romántico, pero espero que en un futuro no muy lejano todos podamos subsistir, ilusionarnos y que cuando nuestros hijos nos digan "papá, quiero ser periodista" se nos ilumine la cara como a nuestros padres cuando les dimos la noticia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario